domingo, 15 de abril de 2012

Quieres que tu pareja te de lo que te falta


Cuando iniciamos una relación amorosa, nos sentimos tan divinos y tan afortunados que nos parece que hemos encontrado un tesoro incalculable, un tesoro tan único, que no nos podemos imaginar la vida sin su presencia. Cuando esa persona nos mira, es como si el cielo abriera sus puertas para nosotros. De un momento a otro la vida se hace feliz, liviana y fluida. Cualquier acontecimiento parece tan sencillo y fácil de resolver, que nos sentimos invencibles.  Nos envolvemos en una atmosfera muy especial y no es difícil hacer volar la imaginación que nos hace  visualizar nuestras expectativas respecto a la relación y respecto a esa persona en particular.

Estando en estado de enamoramiento sentimos que estamos ciegos a los defectos de nuestra pareja  y pocas veces imaginamos que podríamos terminar creando una relación que nos haga sufrir. Pero poco cuesta comenzar con los inconvenientes, especialmente cuando dejamos caer una larga lista de pedidos y solicitudes que creemos necesitar.

Cuando aun no estamos conscientes de  nuestro valor personal, cuando aun no somos consientes de que estamos completos y que somos autosuficientes  de amor a sí mismos, pensamos erróneamente que este Ser es nuestra salvación. Mientras más vacios nos sintamos por dentro, mas valor le daremos esta persona y la podremos convertir, peligrosamente, en el dueño de nuestra felicidad. De esta manera le damos a esa persona un poder y unos atributos que no le corresponden, creándole, además, una pesada carga.

Cuando dejamos nuestra felicidad en manos de esa persona que amamos, las cosas se comienzan a complicar en demasía. En algunos casos esta actitud es leve y sutil y casi pasa desapercibida. Pero en otros casos se crean fuertes discusiones, reclamos y exigencias de algo que parece justo, pero que es absolutamente descabellado.

Nadie puede completarnos porque ya somos completos y nadie puede ser el dueño de nuestra felicidad más que nosotros mimos. Pensamos equivocadamente que nuestra pareja tiene la responsabilidad de darnos aquello que nos falta y le hacemos responsable de nuestro bienestar. Muchas veces no somos tan conscientes de este juego y otras veces pensamos que esto debe ser así porque lo hemos escuchado de nuestros padres, lo escuchamos en todas las canciones románticas y porque lo estamos viendo en tantas parejas alrededor.

Mientras mas elevamos a nuestra pareja en niveles que no le corresponden, más sufrimos. Mientras mas acercamos a nuestra pareja al lado nuestro, más felices seremos. La única manera de hacer contacto de corazón a corazón es estando en el mismo nivel, juntos, compartiendo e intercambiando experiencias, cada cual creciendo en lo suyo, apoyándose mutuamente, cada cual aportando al conjunto y cada cual en el lugar que le corresponde.

Cuando creemos que nuestra felicidad depende de lo que nos da nuestra pareja, existen pocas posibilidades de formar una relación dichosa. Cuando sufrimos por eso, estamos sufriendo por nuestra propia decisión y debido a ello, está en nuestras manos terminar con ese sufrimiento. Si pensamos que no podemos vivir sin aquella persona solo acumularemos más dolor, hasta un momento que nuestro propio yo interno diga: ¡vasta, ya es suficiente con esto!

La vida nos obligará a soltar aquellos apegos que no nos aportan felicidad, para llevarnos de la mano el maravilloso entendimiento de que somos completos y que solo podemos compartir nuestro amor, nunca depender de otra persona. Este aprendizaje puede tomar algún tiempo, según el tamaño del apego. Podemos pasar días, años u otras vidas pegados en esta situación. Pero tarde o temprano habremos de comprenderlo. Nadie nos puede hacer sufrir sin que nosotros le demos la autorización para ello.

Podemos comprender que no es nuestra pareja quien nos hace sufrir, es nuestro apego a esa ilusión la que nos hace sufrir. Si la ilusión y el apego se terminan dentro de nosotros, tendremos la oportunidad de hacer renacer nuestra relación de pareja o darle el punto final. La cordura será restablecida después de haber comprendido lo que hemos intentado hacer, retirar de nosotros nuestra capacidad de ser feliz y depositarla en las manos de una persona que no puede utilizarla.

Cuando te das cuenta de que estas completo de amor por ti mismo y que no requieres completarte por nadie, tu amor rebalsará desde tu corazón hacia todo el mundo, generando una corriente de bienestar que no tiene parangón. Entonces tu luz encontrará la luz de esa persona que también brilla por su propia cuenta y esa unión  dará testimonio de lo que significa el amor de dos personas. No brillan porque sean perfectas, brillan porque están juntos, porque se nutren, se cuidan, se apoyan, se acompañan, se entienden, se comprenden y se complementan.

Patricia González.
Tu Coach para realizar los cambios que deseas.  

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