sábado, 13 de abril de 2013

Quiero dejar a mi pareja


Es posible que te encuentres en el dilema de querer dejar a tu pareja pero sientes que algo te lo impide. Si estás leyendo este artículo seguramente la idea ha rondado en tu cabeza por algún tiempo sin que hayas podido aclararte para resolver. Si estuviera todo claro, ya lo habrías hecho.

Te preguntaras qué es lo que te impide dar ese paso y las respuestas te pueden parecer



 un poco variadas, pero en definitiva solo se trata de tus miedos internos sin atender. En una decisión como esta puede influir tu formación religiosa, la tradición familiar, los hijos, la imagen, la estabilidad que tienes en algún aspecto, como el económico, social y cultural y tantos otros. Los factores que pueden estar influyendo en tu decisión pueden ser muchos, pero en definitiva eres tú, quien tiene la última palabra.

Puedes creer que tu indecisión está fomentada por aspectos relacionados a las estructuras que hemos creado como sociedad, pero en realidad, siempre estará basada en tus miedos e inseguridades internas. Cuando no tienes la suficiente claridad al respecto, se puede crear una confusión que te deja detenido más del tiempo necesario para tomar una decisión que resulte adecuada y conveniente para ti. Por un lado quieres la separación y por otro lado, algo interno se niega a concretarla. Esto se debe a un  condicionamiento que pasa desapercibido para ti, que está existiendo en tu subconsciente y que dirige tus acciones en la realidad física, sin que seas consciente de  ella.

Si esperamos simpatizar con las reglas humanas, establecidas por los mismos humanos, las cosas se complican en tal dimensión, que resulta muy complejo satisfacerlas. A esto podemos sumar la gran cantidad de variables personales que influyen en la decisión de querer dejar a la pareja. Son tantos los aspectos que afectan la relación de pareja, que querer establecer reglas en ello resultaría casi imposible. La respuesta siempre estará solo en ti.

Cada relación de pareja es un mundo en sí misma, donde existen muchas aristas, donde hay participación de nuestra espiritualidad, nuestras emociones, nuestras creencias y también de nuestro cuerpo físico y todos con el mismo nivel de importancia. Una relación tiene tantos aspectos, que difícilmente alguien podría instaurar restricciones, condiciones y reglamentos para que pueda asegurarse su éxito y el crecimiento y bienestar mutuo de cada uno de los integrantes.

Afortunadamente, estamos en una época en cada uno de nosotros puede desarrollar el suficiente nivel de conciencia como para decidir el destino que puede dar a su vida y a su relación de pareja. Cuando aun no tenemos esta estabilidad personal, la decisión puede resultar un poco compleja y dilatarse en el tiempo, causando mucho daño, no tan solo a los integrantes de la pareja, sino también a los hijos que reciben un modelo de comportamientos, un patrón de ideas y emociones, que en nada colaboran a su desarrollo personal.

Situándonos es este contexto, las personas maduras podrían decidir o no seguir con su relación, asumiendo la responsabilidad que eso significa, haciéndose cargo de las tareas pendientes de cada uno, agradeciéndose mutuamente la oportunidad de haber estado unidos, para seguir sus caminos dispuestos a seguir creciendo como seres individuales en paz y armonía. ¿Quién podría decidirlo con más claridad que ellos mismos?.

Pero aun estamos en vías de este entendimiento, aun creemos que nuestra pareja nos debe algo y aún seguimos esperando ser completados por ella. Por eso las separaciones se hacen tan complejas, con tanto disgusto, con ánimo de venganza, con amenazas, con miedo, con culpa, con tanto dolor y cargadas con tantas emociones que nublan la razón.

Es muy importante lograr esa madurez y ese nivel de conciencia que nos permita resolver un tema tan profundo como este, libre de todo condicionamiento externo y enfocado en el entendimiento interior que se recibe desde lo superior.

Si has logrado superar las diferentes vallas que puede imponerte la sociedad, es posible que te queden aun pendiente las vallas de tu propia individualidad que se reflejan en el enojo y en el miedo que puedes estar sintiendo. Si olvidas quien eres, se hará más difícil resolver. Si tienes conciencia de lo que es bueno para ti, será mucho más fácil decidir.

Tu ser es un ser completo, libre y consciente, que tiene la capacidad de decidir y aceptar su bien. Tu bien puede estar relacionado a trabajar al interior de tu pareja para superar los obstáculos que existen, pero también puede estar relacionado con aceptar que en esa relación ya no existe la voluntad de querer mejorar. Luego podrás decidir continuar o quedarte. Lo que decidas será lo que tu corazón dicte y eso será lo más adecuado para continuar tu crecimiento personal y tu bienestar. La pregunta ¿sabes escuchar tu corazón?

Quedarse detenido, esperando que el otro cambie es el camino más difícil, ya que nunca está en nuestras manos la evolución del otro, aunque lo deseemos con el corazón. Cada cual tiene sus procesos, cada cual tiene su propio ritmo de crecimiento. Puedes quedarte para colaborar en amor o irte para colaborar en otra parte. Tu nivel de conciencia tendría que estar lo suficientemente elevado como para que puedas aceptar todo en paz y entendimiento.

No existen razones para quejarse, desvalorizar, juzgar o criticar a nadie. Cada cual puede decidir en conciencia, escuchando su propio llamado y atendiendo sus propios miedos internos.

Patricia González.

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