En planos superiores los conflictos
no existen, porque todo tiene su explicación y su lógica. Todo conflicto se
genera por falta de entendimiento, por una visión limitada o por una mirada subjetiva
del que cree observar un conflicto.
Aclarar los conflictos con la pareja
nos ha resultado muy complicado por que cada uno observa la situación desde su
propio y particular punto de vista. Existe una fuerte inclinación a sostener
firmemente aquella percepción personal, esperando que el otro se ajuste o haga los cambios. Si ambos mantienen la tendencia a seguir esperando que el otro cambie su parecer, el conflicto se sigue manteniendo inalterable o empeorando en el tiempo.
firmemente aquella percepción personal, esperando que el otro se ajuste o haga los cambios. Si ambos mantienen la tendencia a seguir esperando que el otro cambie su parecer, el conflicto se sigue manteniendo inalterable o empeorando en el tiempo.
Disolver conflictos no es difícil y
ni siquiera es tan necesario que alguien cambie. En realidad, lo más importante
es ampliar la mirada para comprender el contexto, dar luz a la situación para
mostrar su lado oscuro y observar el milagro de su disolución por arte de
magia. Además, no se requiere que los
dos integrantes de la pareja se aboquen a esta tarea, es suficiente con que uno
de ellos se atreva a avanzar en esta hazaña, para obtener los beneficios de la
claridad.
Por lo general, la relación con los
padres en las experiencias de la niñez, nos dejan trazada una forma de enfocar
las situaciones que no siempre son la manera más apropiada para disolver
conflictos e incluso muchas veces aprendimos que lo mejor es tratar de
enmascarar, postergar u ocultar la existencia de algún conflicto como una
manera de protegernos.
Cualquiera de estas alternativas no
nos permitirá resolver nada, pudiendo generar un estado de permanente malestar
que se arrastra en la relación a veces por muchos años. Un conflicto no resuelto
o mal enfocado desgasta la pareja en todos los sentidos, genera dolor y un
consumo excesivo de energías que terminan afectando a los dos en sus vidas
individuales en las demás áreas de desenvolvimiento y desarrollo.
Por lo general, un conflicto no es
bien venido. Hemos aprendido que un conflicto es señal de problema y que un problema
es señal de sufrimiento. No es que tengamos que desear que se presenten conflictos,
pero una vez que estos existen, nuestra disposición para avanzar no pasará por
querer quitar el cuerpo al asunto, ni por querer que el otro se haga cargo.
Un conflicto se hace ver para que alguien le
preste atención, dedicación y cariño. Una vez que está presente ya no es
posible dejar de considerarlo porque seguirá avisando su presencia hasta que
uno de los dos, o los dos, quieran prestarle la debida atención. Es como un
bebé que llega para ser atendido con toda nuestra a atención si no queremos que
él se desvié por caminos que pueden resultar contraproducentes.
Cuando las parejas se encuentran con
ciertos conflictos, tienen la tendencia a querer escaparse de él ignorándolo,
negándolo, encubriéndolo, llamándolo por otro nombre u ocultándolo bajo
cualquier etiqueta que pueda dar la oportunidad de no hacerse cargo o esperando
que el tiempo se encargue de solucionarlo. No es una ley, pero ya sabemos que
la mayoría de los hombres tienen la tentación de querer dejárselo al tiempo y
la mayoría de las mujeres tienen la tentación de quejarse y querer que su
pareja sea el que cambie.
Para la resolución de conflictos al
interior de la pareja es necesario que al menos uno de los dos vea la situación
como realmente es. Todo conflicto nace de algún mal atendido y todo conflicto
tiene un propósito que cumplir en la relación. Si se ha estado postergando, es
porque se cree que su solución es muy difícil de alcanzar o porque se está utilizando
su presencia como excusa para esconder la verdadera problemática que encierra.
La dilatación de un conflicto sin
resolver deja de manifiesto que existe resistencia a verlo con claridad por
miedo a lo que trae por debajo. Muchas veces pensamos que al adentrarnos a
mirar encontraremos más problemas que soluciones debido a las emociones que se
encuentran involucradas.
Lo cierto es que, la observación
dedicada de un conflicto siempre aportará claridad y la claridad aportará paz
interior y con ella todo conflicto será resuelto. Toda postergación se sustenta
en un beneficio que se cree obtener a cambio de mantener las emociones estables
en el mismo lugar aunque sean dolorosas.
El miedo a enfrentar los conflictos
nos mantiene permanentemente en conflicto.
Patricia González.
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